jueves, 21 de febrero de 2013

Estimulación Temprana con el método Suzuki


Educando para la vida a través de la música.
Cristina Pérez Ibarra 
crisperez11@hotmail.com 
La Nación 09/10/2012


¿Cuántas veces como padres nos preguntamos si estamos haciendo lo correcto con nuestros hijos e hijas? ¿Les estaremos dedicando suficiente calidad de tiempo? ¿Les estaremos dando las herramientas necesarias para sobrellevar exitosamente los retos que se les presentan y presentarán en un futuro? ¿Serán la escuela y el colegio suficientes preparadores para formar los ciudadanos del mañana? ¿En cuántas reuniones familiares y sociales hemos conversado y comparado actitudes que nos preocupan de nuestros hijos e hijas?

Probablemente no existe una respuesta definitiva a este bello quehacer de ser padres, pero con toda seguridad me atrevo a afirmar que la exposición formal a la música en edades tempranas (de 0 a 4 años) ciertamente nos garantiza que estamos recorriendo la ruta correcta.

Como lenguaje universal, la música le facilita a los niños expresar emociones de una manera sana y socialmente aceptable. Como especialista en estimulación temprana a través de la música, he comprobado que los niños y niñas de 0 a 4 años que reciben una lección semanal de música junto a sus padres, abuelitos o empleadas (las cuales también son personas importantes en sus vidas) tienen la capacidad de expresar sus emociones y necesidades de una manera clara y tranquila. Con el tiempo dejan de hacer berrinches cuando algo les disgusta o incomoda. Aprenden indirectamente técnicas de autocontrol y autoconsuelo, desarrollan flexibilidad a nivel social y son anuentes y capaces de aceptar cambios. Se notan felices durante la clase y fuera de ella. Son niños que tienen niveles de estrés y ansiedad muy bajos.

Con respecto al aprendizaje de la matemática, la música ha demostrado que desarrolla “rutas” y conexiones entre los diferentes lóbulos; frontal, temporal y occipital. Impacta positivamente en el desarrollo de la memoria, discriminación auditiva, pensamiento lógico-matemático, razonamiento temporo-espacial entre otras destrezas. No estoy diciendo que los niños que asisten a clases de música son o serán “genios” matemáticos. Pero sí me consta (hay estudios formales que lo prueban) que los infantes que han sido expuestos a clases de música e edades tempranas tienen un terreno más fértil para entender, desarrollar y resolver los retos de la matemática elemental.

Concentrándonos ahora en el lenguaje, la música expone al infante a diferentes estímulos auditivos. El bebé o el/la niño/a en pocas lecciones aprenden a reconocer sonidos agudos o graves, ascendentes o descendentes, largos o cortos entre otros. Destrezas que fortalecen increíblemente el desarrollo del lenguaje. Es “arar” su cerebro para el aprendizaje de la lengua materna y, por supuesto, de otros idiomas.

La música tiene un impacto significativo en el área motora – sensorial. Los infantes en la clase de música fortalecen y controlan mejor sus músculos al participar en actividades donde se practican patrones rítmicos, seguimiento del pulso y frase con su cuerpo. Asimismo, identifican y controlan su cuerpo y pueden relajarse y concentrarse mejor.

Por último, no menos importante, la música permite desarrollarse como buen ser humano. Decía Schinichi Suzuki, educador musical y filósofo visionario: “La enseñanza de música no es mi propósito principal. Deseo formar a buenos ciudadanos, seres humanos nobles. Si un niño oye buena música, desde el día de su nacimiento, y aprende a tocarla él mismo, desarrolla su sensibilidad, disciplina y paciencia. Adquiere un corazón hermoso”.

El desarrollo de las habilidades musicales está íntimamente ligado con el desarrollo de la nobleza interior y el fortalecimiento de los valores. El método Suzuki incorpora a los padres de familia formando así un extraordinario triángulo donde padres y profesores son la base para que los niños estén en la cima de este triángulo. Los infantes fortalecen vínculos especiales con sus padres y se engrandece la sensibilidad hacia los seres humanos y la sociedad en sí, sorprendentemente todo esto a través de la música. Cuán provechoso sería para nuestra sociedad actual y futura el que, de la mano de sus padres, estas generaciones del mañana vivieran y profesaran el respeto mutuo y la empatía hacia los demás. Niños y niñas, junto a su entorno familiar, aprenden a desarrollar constancia y disciplina en su carrera profesional como futuros “padres de la patria”. Como dice Eric Jensen, iluminado educador estadounidense, “La música es un lenguaje que activa el espíritu humano, afila la mente, alimenta el cuerpo y satisface el corazón”.

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