miércoles, 24 de febrero de 2016

Cambio de apellidos.

De seguro conocés a alguien que has llamado toda la vida de una forma y te das cuenta que sus apellidos son otros. Te parecerá raro. Pero es mi caso.
Sin afán de contar mi larga historia de vida, yo decidí a los 13 años dejar de usar mi primer apellido y solo usar el segundo, el de mi mamá. 

¿Mis razones? 
La respuesta es la misma que la definición misma de un apellido, identidad. El apellido seguido de tu nombre te da la identidad que conforma tu simbolismo, con el que la gente te reconoce. Para mi, mi primer apellido dejó de significar más allá del recuerdo de mi abuelo paterno, al que venero y respeto, pero al mismo tiempo no dejaré profanar, mi "PaJe". Él es más que un nombre y un apellido estoy segura que desde el cielo me comprende. 

Lo curioso es que a lo largo de estos años después de que decidiera liberarme de esta atadura y ser feliz por mi nuevo significado, voy conociendo personas que han tomado esta misma decisión. 
¿Que mucha gente nos juzga? Claro que sí, como en todo. Pero creo que como sociedad hemos dado medio paso adelante en materia de respeto. 

Ahora, estamos a pasos agigantados de sociedades en las que se le permite al ciudadano elegir sus apellidos o al menos el orden de estos. Seguimos atados a sociedades patriarcas y machistas en las que el apellido que importa es el del hombre. 

Aún no tengo claro cómo se lo voy a explicar a mi hija. En mi familia todos tenemos nuestra propia identidad de apellidos. Mi padrastro tiene los suyos, mi mamá y yo el mismo y mi hija mantiene (por ley) mi apellido como su segundo. ¿Y cuándo le enseñen en clase cómo se estructura y no calce con su vida? Ya veremos en ese momento. 

Con el paso del tiempo vamos aprendiendo que lo que realmente importa no son las reglas, los estereotipos, lo que diga la gente. Sino lo que te haga feliz y no dañe a nadie. 

Tal vez un día podamos cambiarnos el nombre a "Princess Consuela Bananahammock" ¿Quién me entiende? Jajajaja.

                       



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